lunes, 20 de abril de 2015

Microbiologia: Frutas y Hortalizas

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL SIMÓN RODRIGUEZ  
NÚCLEO REGIONAL DE EDUCACIÓN AVANZADA VALENCIA
UNIDAD CURRICULAR: TÓPICOS DE MICROBIOLOGÌA











MICROBIOLOGÍA:  FRUTAS Y HORTALIZAS







            PARTICIPANTES:

                                                                            Bastidas Carlos       
Betancourt Carlos
 Blanco Mirian
 Galeano Eulys
 Gómez Thais
 López Ángel
Machado Andrea
Ortiz Juan
Rojas Yendry


Profesora: MSc. ROSSANA OLIVEROS




ABRIL, 2015


INTRODUCCIÓN:
El consumo de frutas y hortalizas es parte importante de una dieta saludable, desde el punto de vista microbiológico son alimentos comparativamente de menor riesgo que las carnes y los productos lácteos. Sin embargo, al ser consumidos sin ningún tipo de cocción, son potencialmente peligrosos.
En los últimos años se ha detectado un mayor número de enfermedades transmitidas por frutas y hortalizas, la información disponible muestra que es un problema que crece en importancia.  Los riesgos biológicos asociados a los productos hortícolas están relacionados con las malas prácticas de producción,  como el empleo de agua de riego contaminada, el uso de desechos biológicos sólidos como fertilizante sin tratamiento o con tratamiento inapropiado, la presencia de animales en las áreas de cultivo, la proximidad a zonas de acumulación de aguas servidas o sólidos orgánicos, una inadecuada higiene de las instalaciones, entre otros.
Comprender la complejidad del problema de la contaminación microbiana de los vegetales y tener conciencia de su importancia es el primer paso para lograr una alta calidad en los productos hortícolas. Al nivel actual de la tecnología no es posible eliminar el riesgo en forma total, por lo que hay que establecer medidas para reducirlo.
Dentro de los intentos por garantizar la seguridad e inocuidad alimentaria  el Codex Alimentarius junto con la FAO y OMS se ha convertido en una de las reglamentaciones más aceptadas, adoptadas o tomadas como referencia por la mayor parte de países del mundo, empleándose para ello  normas juntas con textos afines como el Código de Prácticas de Higiene para las Frutas y Hortalizas publicadas en formato compacto accesible para su uso por parte de los gobiernos, las autoridades de reglamentación, las industrias de alimentos, minoristas y los consumidores.

MICROFLORA ASOCIADA
A la superficie de las frutas y hortalizas  se adhieren numerosos microorganismos que llegan allí por contacto con el suelo, aire, agua y animales.  Junto a especies microbianas ocasionales que se presentan más o menos casualmente, se encuentran otras cuya área vital natural es la superficie de las plantas en las que se propagan, tal ocurre, por ejemplo, en otras numerosas especies de verduras.
Las bacterias son especialmente frecuentes en las verduras, cuyo pH es neutro, mientras que las levaduras prefieren pH ácido, y están con más frecuencia en las frutas.

En general la microflora asociada a frutas y hortalizas consta de:

Bacterias:
Pseudomonas
Alcalígenes
Erwinia
Xanthomonas
Micrococcus
Bacillus
Bacterias lácticas
Corineformes
 

  

Hongos y Levaduras:
Fusarium
Aureobasidium
Sclerotinia
Botrytis
Penicillium
Alternaria
Rhizopus
 




FACTORES ASOCIADOS A LA MICROBIOLOGIA DE LAS FRUTAS Y HORTALIZAS:

Ø Suelo:
La contaminación microbiológica directa o indirecta de frutas y hortalizas antes y durante las actividades de recolección puede ocurrir como resultado del contacto con la tierra contaminada. Constituyéndose el suelo una de las principales fuentes  de microorganismos patógenos.
Los cultivos que crecen dentro de la tierra o al ras del suelo son los que corren mayor peligro de contaminación por los microorganismos patógenos que pueden sobrevivir en el terreno. Las frutas y hortalizas que crecen a poca altura del suelo, y que pueden ser salpicadas con tierra durante el riego o por lluvias fuertes también corren peligro si los microorganismos patógenos sobreviven en la tierra. Los productos cuya porción comestible generalmente no entra en contacto con la tierra corren menos riesgo de contaminación, siempre que no se junten con los que se hayan caído al suelo arrastrados por el viento, etc.
Ø  Material orgánico contaminado:
El estiércol y los desechos biológicos sólidos constituyen un fertilizante inocuo y efectivo si se tratan debidamente. Si el tratamiento es inapropiado o inexistente, o se vuelven a contaminar y se utilizan como fertilizante para mejorar la composición del suelo, o se introducen en el agua superficial o las aguas subterráneas por desagüe, es posible que contenga microorganismos patógenos que pueden contaminar las frutas y hortalizas y representar un peligro para la salud. El riesgo de contaminación también aumenta si las características de las frutas y hortalizas hacen que se puedan adherir a ellas con facilidad (o quedar atrapados) organismos patógenos.
Ø  Agua:
El agua que se usa en la cosecha implica numerosas actividades sobre el terreno, incluido el riego, la aplicación de plaguicidas y fertilizantes, el enfriamiento de las frutas y hortalizas y la regulación de las bajas temperaturas (heladas). Entre las actividades posteriores a la cosecha se encuentran el enjuagado, enfriamiento, lavado, encerado y transporte. El uso de agua de insuficiente calidad puede constituir una fuente directa de contaminación y un medio para diseminar contaminación localizada en el campo, las instalaciones o durante el transporte. Cuando el agua entra en contacto con frutas y hortalizas, la posibilidad de contaminación de estos productos por microorganismos patógenos depende de la calidad de la misma, y si los microorganismos sobreviven en dichos alimentos pueden causar enfermedades.
El agua puede transmitir muchos microorganismos, como las variedades patógenas de Escherichia coli, especies de Salmonella y ShigellaVibrio cholerae, así como Cryptosporidium parvumGiardia lambia,Cyclospora cayetanensisToxiplasma gondii y los virus de Norwalk y de la hepatitis A. Incluso pequeñas cantidades de estos microorganismos en los alimentos pueden causar enfermedades.
Con frecuencia es difícil identificar con certeza la fuente de la contaminación microbiológica de frutas y hortalizas frescas. No se sabe la proporción de dichos productos que pueden ser contaminados por el agua utilizada en la agricultura o las operaciones de empaque, pero existen estudios que demuestran que el uso de agua de riego contaminada puede incrementar la frecuencia de microorganismos patógenos detectados en el producto cosechado.

Ø   Instalaciones de almacenamiento y empaque:
La falta de limpieza en las operaciones en el lugar de empaque puede aumentar considerablemente el riesgo de contaminación de las frutas y hortalizas y el agua que se use con las mismas, ya que pueden existir microorganismos patógenos en el suelo, los desagües y las superficies del equipo de selección, clasificación y empaque. Si no existen buenas prácticas sanitarias, cualquiera de estas superficies que entre en contacto con las frutas y hortalizas puede convertirse en una fuente de contaminación microbiológica. Los empacadores deben adoptar buenas prácticas higiénicas en sus procedimientos normalizados de funcionamiento para controlar todo el empaque.
Ø  Animales y actividades del hombre:
La materia fecal humana y animal constituye una importante fuente de microorganismos patógenos para el hombre. Uno de dichos microorganismos especialmente peligroso es la Escherichia coli O157:H7, que proviene principalmente de las heces de los rumiantes, como las vacas, las ovejas y los ciervos (venados). También se sabe que la materia fecal humana contiene Salmonella, Criptosporidium y otros organismos patógenos.
Los agricultores deben asimismo estar alertas para detectar la presencia de materia fecal humana o animal que pueda introducirse por descuido en el cultivo o la manipulación de frutas y hortalizas. Entre las posibles fuentes de contaminación de este tipo se encuentran el uso de estiércol sin tratar o indebidamente tratado, la proximidad de estercoleros o áreas de almacenamiento de estiércol, la presencia de ganado o crianza de aves, y la proximidad a zonas municipales de acumulación de aguas residuales o sólidos orgánicos, y a plantas de tratamiento o áreas de evacuación de dichos desechos, así como altas concentraciones de fauna silvestre durante el cultivo y la recolección (pájaros que aniden en los cobertizos utilizados en operaciones de empaque, altas concentraciones de pájaros en migración, murciélagos, o ciervos en los campos).

ORIGEN DE LA MICROBIOTA NORMAL EN FRUTAS Y HORTALIZAS

Todos los vegetales poseen en su superficie una microflora, más o menos típica, que es arrastrada a los lugares en que puede multiplicarse a través del viento, agua, pájaros e insectos. Los vegetales carecen de microorganismos en la profundidad de sus tejidos; sin embargo existen ciertas excepciones como los nodulitos de las raíces leguminosas, plantas superiores que poseen bacterias (Rhizobium) que viven en simbiosis con ellas. Se conocen además numerosas bacterias, hongos y virus fitopatógenos que penetrando en los tejidos de las plantas sanas los dañan o destruyen. La flora natural superficial de los vegetales dependen mucho del tipo de planta, además de su clima y ubicación, por ejemplo al aire libre o en invernadero. También depende del estado o fase de desarrollo y en las frutas, sobre todo, del grado de maduración.
Las frutas que crecen cera del suelo, como por ejemplo las fresas, se contaminan fundamentalmente a partir de los microorganismos del suelo. El suelo arable superficial constituye el mayor depósito microbiano. Un gramo contiene hasta cinco mil millones de microbios y son muy pocas las especies microbianas que no pueden encontrarse en el suelo; junto con las vegetativas se han encontrado micelios fúngicos y esporas. La mayoría de la población microbiana es saprofita, los patógenos son muy pocos.
El viento puede llevar los microorganismos del suelo a las frutas que no contactan directamente con éste. El polvo de la atmósfera, sobre todo en ausencia de humedad, es rico en microorganismos; en el aire contaminado de algunas ciudades pueden encontrarse varios miles de bacterias por cm3 , por el contrario, el del mar posee muy pocos microbios. Puesto que el aire no constituye un medio apto para el desarrollo microbiano, su recuento varía mucho. Hay también una gran variedad de especies microbianas, si bien predominan los cocos sobre los bacilos, debido a su mayor resistencia frente a la desecación y la irradiación solar, ésta tiene un gran interés bajo el punto de vista de la cromogénesis microbiana.
Además del aire, los insectos juegan un papel importante en la transmisión de microorganismos a las frutas. Son numerosos los insectos parásitos que al picar las frutas no sólo contaminan sus tejidos, sino que las contagian con microbios fitopatógenos.
La microflora natural de las frutas y productos derivados está formada principalmente por levadura y hongos y en menor grado por bacterias. Ello se debe a los bajos valores del pH de las frutas, como consecuencia de los ácidos que poseen. La flora superficial tiene un gran interés durante el almacenamiento y procesado de las frutas, además de que muchos de sus miembros contribuyen a la alteración de las frutas, otros intervienen en la elaboración de productos derivados, como ocurre con la levadura vínica Saccharomyces cerevisiae var. Ellipsoideus que interviene en la fabricación del vino y del “champagne” seco.

PRINCIPALES DAÑOS O ALTERACIONES EN FRUTAS Y HORTALIZAS POR MICROORGANISMOS:
La descomposición de los frutos son generalmente ocasionados por patógenos oportunistas, los cuales no pueden infectar directamente los tejidos de los frutos a menos que los tejidos sufran presión y/o daño. Estos patógenos son ubicuos (hallados en todas partes) en el ambiente natural. Los daños mecánicos (por ejemplo, daño por presión o golpes, cortes, pinchazos) que ocurren durante la cosecha y el manejo son una causa predominante para la descomposición debido a que ellos proporcionan entradas de infección (sitios asegurados) para patógenos de la descomposición. Una vez que se inicia una lesión, el patógeno de la descomposición frecuentemente puede afectar completamente el resto del fruto. Durante el proceso de invasión, infección, colonización y reproducción, el patógeno acostumbra a producir estructuras y materiales que propician la infección y la descomposición del fruto cercano. Las frutas y hortalizas varían en su resistencia natural al deterioro; aquellos productos que tienen procesos activos de regeneración de los tejidos son más resistentes. Por ejemplo, magulladuras grandes, pero limpias sobre el tubérculo de papa rápidamente cicatrizan bajo condiciones de humedad y calor, y esta capa protectora de cicatriz (corcho) evita que los patógenos de la descomposición infecten los tejidos no dañados. Los tomates forman una zona de separación natural que es la cicatriz del pedúnculo y estos son más resistentes al ataque de patógenos que otros productos, tales como brócoli, que no forman una zona de separación y deben ser cortados de la planta. Una vez cosechados, las frutas y vegetales tienen una vida postcosecha limitada. Ellos no recibirán nunca más agua y nutrientes de la planta. Naturalmente, en el producto, ocurre la senescencia y esto conduce a un ablandamiento de los tejidos y frecuentemente a la pérdida de preformadas sustancias antimicrobianas. Estos cambios en la calidad del fruto o vegetales los hace también menos deseables para los consumidores. Esta correlación entre senescencia, susceptibilidad a la descomposición y pérdida de la calidad comestible tiene gran impacto sobre los métodos de control de la descomposición. Por lo tanto, los métodos de manejo que preservan la calidad fresca de la cosecha probablemente son para minimizar el desarrollo de la descomposición. Aunque los patógenos están presentes en todas las áreas de producción cuando el tiempo llega a ser caliente y húmedo, la buena noticia es que el fruto puede ser protegido del ataque de estos patógenos por medio de la implementación apropiada de un programa de sanitización o estrategias de almacenamiento adecuado.
Las principales condiciones internas del alimento que influyen en el desarrollo microbiano son: el contenido de humedad o mejor aún su disponibilidad del agua, aw, la acidez y pH, la capacidad tamponizante (buffer), el potencial oxido reducción (Eh), la composición nutricional, el grado de madurez, la presencia de constituyentes antimicrobianos y su estructura. Las condiciones externas al alimento que influyen en el desarrollo de MO son: la temperatura, la humedad relativa, la composición de la atmósfera o del medio que rodea al alimento, el grado de contaminación, la flora o presencia de agentes depredadores circundantes y las radiaciones. En todos los casos el grado del daño por MO a la fruta está en proporción exponencial al tiempo en que permanezcan sometidas a las anteriores condiciones que favorecen la contaminación y deterioro.
Las dos clases principales de microorganismos que causan descomposición son las bacterias y los hongos. Otros tipos de patógenos de plantas son virus y nemátodos, y pueden ser responsables por las pérdidas postcosecha, pero no causan deterioro progresivo en los tomates. Por ejemplo, los signos de enfermedad por virus que se caracteriza por el marchitamiento, oscurecimiento y muerte de las hojas de la planta no pueden ser visibles sobre la fruta verde cosechada recientemente. Sin embargo, a medida que la fruta infectada madura, la decoloración asociada claramente con la enfermedad no permite que la fruta sea vendible.

Los daños más frecuentes asociados a microorganismos son:


  • Podredumbre blanda bacteriana: Producida por Erwinia carotovoray Pseudomonas marginalis. En forma secundaria Bacillus y Clostridium. Afectando principlamente espárragos, cebollas, ajos, zanahorias, apio, perejil, remolachas, lechugas, espinacas, tomates, melones, sandias.
  • Podredumbre por antracnosis: Producida por colletotricum lindemunthianum, C. coccodes. Afecta pepinos, calabacín, tomates, sandias y papayas.
  •  Podredumbre mohosa gris: Producida por Botritis cinérea. Afecta moras, fresas, naranjas, uvas, limones, cerezas, melocotones, ciruelas, pasas, manzanas, peras y otros.
  • Podredumbre blanda: Producida por Rhizopus stolonifer. Ataca a uvas, fresas, aguacates, cerezas, melocotones, ciruelas, pasas, judías, zanahorias, patatas, coliflor.
  • Podredumbre mohosa azul: Producida por Penicillium italicum (moho azul) P. digitatum (moho verde) P. Expansum. Afecta a moras, uvas, limones, naranjas, toronjas, cerezas, melocotones, ciruelas, manzanas, peras y otros.
  • Royas vellosas y pulverulentas: Producida por Phytophtora Peronospora. Afecta espárragos, pimientos, cebollas, tomates, ajos, manzanas, melones, sandias.
  • Podredumbre parda: Producida por Sclerotinia. Afecta manzanas, pera, ají verde.
  • Podredumbre de los extremos del tallo:   Producida por Fusarium, Diploidia, Phomosis y otros. Afecta maíz.
  • Podredumbre mohosa negra: Producida por Alternaria tenius, Aspergillus niger, Physalospora, y Cerastostomela. Afecta uvas, cerezas, pasas, cebollas.
  • Podredumbre mohosa rosácea: Producida por Trichothecium roseum. Afecta uvas.
  •  Podredumbre mohosa verde: Producida por Cladosporium herbarum. Afecta uvas, cerezas, ciruelas, albaricoques y cebada.
  • Patógenos: Salmonella, Shigella, Vibrio (V. cholerae y V. parahaemolyticus), Entamoeba histolítica, Virus causantes de hepatitis y gastroenteritis.

SISTEMAS DE PROTECCIÓN DE LOS VEGETALES CONTRA MICROORGANISMOS.
Como el hombre y los animales, las plantas poseen un sistema defensivo natural frente a los microorganismos que, aunque no tan eficaz como en los primeros impide hasta cierto punto, el desarrollo y deterioro microbiano. Los microbios presentes en mayor o menor cantidad en las superficies vegetales no pueden penetrar en las capas tisulares profundas de frutas y verduras porque disponen de una estructura tisular cerrada que protege al resto de la hortaliza no sólo del ataque microbiano, sino de ciertos agentes traumatizantes y de la desecación. Tal es el caso de la cáscara de almendras y nueces. Una variedad de tejido “protector” lo constituye la epidermis de las frutas. Las peras, manzana y frutos en baya poseen una especie de membrana cutinizada (cutícula). Además, en la superficie externa de la cutícula se depositan capas céreas, de color mate a gris claro, como puede apreciarse sobre todo en ciruelas, manzanas y uvas. Además de estas estructuras tisulares especiales, muchos vegetales poseen sustancias químicas defensivas que abundan mucho más en las frutas verdes que en las maduras. Entre tales productos defensivos inespecíficos deben citarse los ácidos, como el cítrico y el málico. Los ácidos actúan rebajando el pH del jugo celular, limitando de esta forma el número de especies capaces de multiplicarse en la fruta. Algunos, como el benzóico poseen un efecto antimicrobiano manifiesto por lo que se ha empleado como conservador. En los arándanos rojos, como éster de glucosa del ácido benzóico, alcanza una concentración del 0.24%; también forma parte de los arándanos comunes, de ciruelas y de otras muchas frutas. En uvas, fresas, y frambuesas existe una pequeña cantidad de ácido salicílico, sustancia que se ha empleado como conservador de mermeladas y otros productos de las frutas. Los taninos que existen en muchas frutas, sobre todo verdes, son también tóxicos para los microorganismos.
Los Phytonzidae, que se originan en las plantas superiores, se caracterizan por su efecto inhibidor frente a los microbios. Su composición química no se conoce totalmente, si bien se admite que se trata en parte de sustancias volátiles, como los aceites esenciales, que están diseminados por las frutas y tienen gran interés como productos aromáticos; se encuentran, por ejemplo, en la capa más externa de las frutas de Citrus, en las células especiales que contienen los aceites esenciales. Al doblar un trozo de cáscara de naranja se atrevieran las células que contienen los aceites esenciales cuya salida se aprecia fácilmente, se trata en general de mezclas de varias sustancias: alcoholes de elevado peso molecular, cetonas, fenoles, éteres fenólicos, ácidos y ésteres de los que forma parte un aldehído aromático. Es interesante recordar que la clorofila tiene efecto antibacteriano: a una concentración de 12µg m1 –1 detiene el crecimiento de Streptococcus pyogenes.

ALTERACIONES MICROBIANAS DE LAS FRUTAS
A pesar de la existencia de sistemas de protección naturales el mantenimiento o conservación de las frutas maduras es limitado; algunas como fresas y frambuesas, se deterioran a los pocos días de almacenamiento a una humedad de la atmósferas excesiva y a las pocas horas de almacenamiento a temperaturas desfavorables; otras, como las frutas de pepita y de cáscara se conservan varios meses sin grandes pérdidas. Las causas de la alteración son muy variadas. Además de deterioros enzimáticos y desintegraciones, los microorganismos desempeñan un papel fundamental como causa de podredumbres. La alteración puede verse favorecida por determinados tratamientos inadecuados practicado antes o durante la recolección, en el transporte, en el almacenamiento, o incluso durante la venta . Las pérdidas más importantes son las ocasionadas por hongos de los géneros Alternaria, Botrytis, Diplodia, Monilinia, Penicillium, Phomopsis, Rhizopus y Sclerotinia y por las bacterias de los géneros Erwinia y Pseudomonas. La mayor parte de estos microorganismo son débilmente patógenos, en el sentido de que sólo pueden invadir productos dañados; unos pocos, como los Colletotrichum, son capaces de penetrar a través de la piel de ejemplares sanos. La relación entre el hospedador (fruta u hortaliza) y el agente patógeno es, con frecuencia, razonablemente específica; así, por ejemplo, el expansum a las peras y manzanas, pero no a los cítricos, se han publicado tratados detallados de estas relaciones específica huésped-hospedador, bajo los auspicio de organizaciones tales como el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y el CSIRO de Australia. Frecuentemente, el ataque inicial va rápidamente seguido del de toda una constelación de patógenos débiles que magnifica el daño causado por los patógenos primarios. En ocasiones el aspecto de un producto puede incluir a error con respecto a su estado real, en cuanto que ofreciendo lesiones superficiales causadas por gérmenes patógenos puede tener inafectados sus tejidos internos.

LESIONES Y PROCESO INFECTIVO
La degradación microbiana de frutas y hortalizas puede producirse como consecuencia de una infección mientras el producto se encontraba adherido a la planta productora, o después de haber sido separada de la misma,durante la recolección o las subsiguientes operaciones. La infección posterior a la recolección se ve fuertemente favorecida por las picaduras de insectos, etc. El proceso de infección y de desarrollo posterior de la misma se ve además fuertemente afectado por la condición fisiológica, la temperatura y la formación de peridermo. El conocimiento de cómo transcurre el proceso de infección ofrece considerablemente interés para el diseño de estrategias adecuadas para el control y la eliminación de la misma.
Las lesiones de los tejidos protectores naturales, como por ejemplo de la cutícula, facilitan la penetración microbiana hacia el interior de las frutas, lo que favorece y acelera su alteración. Dichas lesiones pueden ser consecuencia de la acción de insectos, de granizadas, de heladas, de golpes y, en general, de cualquier agente traumatizante.
Durante las operaciones de recolección, transporte, almacenamiento y venta de las frutas, debe procurarse mantener la integridad física de sus tejidos, sobre todo en aquellos que han de almacenar durante mucho tiempo o han de transportarse a lugares lejanos. El colocar las frutas demasiado apretadas u originarles heridas, o soluciones de continuidad convierte a sus tejidos superficiales en muy sensibles frente a la acción agresiva de la microbiota superficial contaminante, a la vez que facilita el desarrollo microbiano, cuyo resultado final es una alteración de mayor o menor profundidad.

INFECCIÓN PREVIA A LA RECOLECCIÓN.
La infección previa a la recolección puede tener lugar a través de diversas vías, por ejemplo la penetración directa de la piel, la infección a través de las aperturas naturales del producto y las mediadas por una lesión. Existen varios tipos de hongos patógenos que son capaces de iniciar una infección en la superficie de las partes florales y en la fruta sana en desarrollo. La infección se detiene y permanece latente hasta después de la recolección, cuando la resistencia del hospedador se ve disminuida y las condiciones se hacen más favorables al desarrollo del agente patógeno, por ejemplo hasta que la fruta comienza a madurar o hasta que se inicie el envejecimiento. Estas infecciones latentes ofrecen gran importancia en relación con las pérdidas sufridas por muchos frutos tropicales y subtropicales; de este tipo son la antracnosis del mango y la papaya, la podredumbre en corona de los plátanos y la de la base del pedúnculo de los cítricos. Así por ejemplo, los esporos de Colletotrichumgermina en el agua de la superficie de la fruta y, tras varias horas, el extremo del tubo germinal forma, hinchándose, una estructura denominada appressorium que a veces, penetra a través de la piel. 
Los hongos y bacterias débilmente parásitos ganan acceso a las frutas y hortalizas inmaduras a través de aperturas naturales, como los estomas las lenticelas y las fallas de crecimiento. Estas infecciones pueden permanecer latentes hasta que el hospedador haya perdido resistencia al organismo invasor. Parece que las frutas y las hortalizas sanas puedan detener el crecimiento de estos microorganismos durante bastante tiempo, aunque se conoce muy poco acerca de la interacción entre el invasor y el tejido hospedador. Un ejemplo de este tipo de mecanismo de infección es el que constituye la penetración de las lenticelas de la manzana, antes de la recolección, por los esporos de Phlyctaena vagabunda que se manifiesta luego a lo largo del almacenamiento por la aparición de podredumbre en torno a las lenticelas.
Muchos organismos patógenos que están presentes en los tejidos vegetales muertos o se hallan asociados con el suelo sólo pueden infectar a las frutas y hortalizas a través de lesiones superficiales y con frecuencia requieren, para que sean considerables las pérdidas causadas, condiciones climáticas favorables durante el periodo de maduración de la cosecha madura.

INFECCIÓN POSTERIOR A LA RECOLECCIÓN.
Numerosos hongos responsables de pérdidas de considerable importancia son incapaces de penetrar a través de la piel, pero pueden invadir fácilmente los tejidos si se presenta una solución de continuidad en ella. Aunque la lesión sea microscópica puede bastar para que ganen acceso los patógenos presentes en el producto o en el material de embalaje. El corte del pedúnculo suele proporcionar una buena vía de penetración y en muchas frutas y hortalizas se producen con frecuencia pérdidas abundantes por deterioro en torno al punto de corte. La infección después de la recolección puede tener lugar también por penetración directa a través de la piel; entre los gérmenes que pueden operar así cabe citar , por ejemplo, los hongos Sclerotinia y Colletotrichum.

FACTORES DIVERSOS QUE AFEECTAN EL PROCESO INFECTIVO
Es probable que el más importante de los factores que afectan al desarrollo de las infecciones posteriores a la recolección sea el ambiente que rodea el producto. Una temperatura y una humedad relativas elevadas favorecen el deterioro y la lesión del frío predispone a las frutas tropicales y subtropicales al deterioro microbiano. Por el contrario, las temperaturas bajas, el empobrecimiento de la atmósfera en oxígeno y su enriquecimiento en dióxido de carbono así como una humedad correcta frena la velocidad de deterioro, bien por retrasar el envejecimiento, bien por deprimir el crecimiento de los agentes patógenos, o a través de ambos mecanismos. La velocidad de desarrollo de la infección de las frutas y hortalizas se ve afectada por muchos otros factores. El tejido hospedador, y en particular su pH actúa como un medio selectivo: las frutas ofrecen generalmente un pH inferior a 4,5 y son alteradas fundamentalmente por los hongos; muchas hortalizas poseen, en cambio, un pH superior a 4,5, siendo por consiguiente, mucho más frecuentes en ellas las podredumbres de origen bacteriano. La fruta que ha alcanzado el grado óptimo de madurez de consumo es más susceptible a las alteraciones microbianas que las todavía inmaduras de modo que los tratamientos, como la bajas temperaturas, que reducen el proceso de maduración retrasan también el crecimiento microbiano y el deterioro de este origen. Los órganos de reserva que crecen bajo la tierra, como la patata, la batata, la mandioca y el boniato generan capas de células especializadas (peridermo traumático) en el lugar en que han sufrido lesión, limitando así el deterioro microbiano posterior a la cosecha. La formación del peridermo se favorece en la práctica industrial mediante 10-15 días de almacenamiento a 7-15°C y un 95% de humedad relativa, un proceso al que suele conocérsele con el término de curado. Se afirma que las pérdidas de naranjas causadas por P. Digitatum pueden reducirse mediante un proceso de curado (probablemente a consecuencia de la desecación), para ello se mantiene la fruta a una temperatura elevada (30°C) y una humedad relativa alta (90%) durante varios días. En estas condiciones la piel pierde turgencia y en el flavedo lesionado selignifica.
El estado o fase de madurez en que se encuentran las frutas tiene una importancia decisiva en su capacidad de almacenamiento o vida útil. No todas las alteraciones que sufren estos alimentos son de naturaleza microbiana; en muchas de ellas desempeñan un papel principal los procesos enzimáticos autolíticos; los componentes mayores de las frutas, como azúcares, ácidos orgánicos, sustancias aromáticas, pectina, taninos y sustancias minerales, durante la maduración sufren transformaciones características, bajo la influencia de diversos enzimas. Las frutas maduras son muy ricas en azúcares, ácidos y sustancias aromáticas y de otra partes, como consecuencia de las transformaciones experimentadas por las pectinas, pierden firmeza, lo que determina una capacidad de almacenamiento muy escaso. Las frutas excesivamente maduras (frutas “pasadas “ o “sobremaduradas”) son de consistencia blanda, la mayoría presenta color pardo y apenas si se diferencian de las frutas descompuestas por acción microbiana. Al progresar los procesos madurativos enzimáticos las frutas pierden su resistencia natural frente a los microorganismos y consecuentemente se favorecen las alteraciones secundarias. La fruta que se pretenda almacenar debe recolectarse en un estado de premadurez para retardar los procesos madurativos enzimáticos. Las condiciones de almacenamiento perjudiciales, como por ejemplo temperaturas excesivamente altas o bajas, originan en las manzanas pardeamiento enzimático y ablandamiento tisular (carne y piel pardas y blancas), deterioro que se manifiesta exactamente igual cuando la causa responsable es de origen microbiano.

DESCOMPOSICIÓN MICROBIANA DE LAS FRUTAS (PODREDUMBRE)
La podredumbre de origen microbiano es el tipo de alteración más corriente de las frutas. Todos los años inutiliza una parte muy significativa de la cosecha, sobre todo en las frutas fácilmente perecederas o alterables. Las frutas y especialmente sus tejidos jugosos, constituyen un sustrato nutritivo favorable al desarrollo microbiano a pesar de que poseen diversas cantidades de sustancias químicas inhibidoras.
De las numerosas especies microbianas existentes en las superficies de las frutas, las levaduras y los mohos son los microorganismos que más contribuyen a la alteración de estos alimentos, las bacterias intervienen menos activamente, ya que excepto las productoras de ácido láctico y de ácido acético, las demás no se desarrollan bien en los jugos ácidos de las hortalizas.
La causa alterante puede ya existir en la fruta antes de su recolección a pesar de no manifestarse si no hasta el almacenamiento; esto se ha comprobado en las frutas contaminadas microbiológicamente durante su desarrollo, que después al almacenarlas durante cierto tiempo, experimentaban un deterioro microbiano típico. De aquí se deduce que existe una estrecha relación entre protección microbiana del vegetal y conservabilidad de la fruta.
Los microorganismos causantes de alteración pueden dividirse en dos grupos: fitopatógenos y parásitos, que ocasionan enfermedades en los vegetales, y saprofitos o no patógenos(causantes de podredumbre). En microbiología de los alimentos no tiene demasiado interés esta división, aunque desde el punto de vista práctico los microbios parásitos originan un tipo de alteración caracterizada por la destrucción de los sistemas naturales de protección tisular y los saprofitos actúen como organismos secundarios.


MEDIDAS PARA PREVENIR LA CONTAMINACIÓN MICROBIOLOGICA DE LAS FRUTAS Y HORTALIZAS:


  1. Identificar la fuente y distribución del agua que se usa y ser consciente de la posibilidad de que constituya una fuente de microorganismos patógenos.
  2. Mantenimiento de pozos en buenas condiciones
  3. Revisión de las prácticas y condiciones existentes para detectar posibles fuentes de contaminación.
  4. Tener consciencia del uso del terreno en la actualidad y en el pasado
  5. Considerar prácticas que ayuden a proteger la calidad del agua, suelo y aire
  6. Considerar la calidad y el uso del agua de riego
  7. Realizar análisis microbiológico al agua de uso agrícola y al agua de procesamiento
  8. Emplear productos químicos antimicrobianos grado alimenticio
  9. Tratamientos adecuados para reducir los niveles de microorganismos patógenos en el suelo
  10.  Aplicar medidas de manipulación, almacenamiento y transporte seguro de los productos hortícolas
  11. Tratamiento adecuado de la materia orgánica empleada para el mejoramiento del terreno agrícola
  12. Control sanitario de los operadores de las actividades hortícolas
  13. Formación y capacitación adecuada de los operadores de las actividades hortícolas

Conclusión:
La inocuidad del suministro alimentario es un esfuerzo global y coordinado en todo el sistema de producción y transporte de alimentos. La responsabilidad de proteger los alimentos recae sobre todos aquellos que entran en contacto con los mismos, en su trayecto del agricultor al consumidor (lo que incluye, además del agricultor y los trabajadores agrícolas, los empacadores, embarcadores, transportistas, importadores, quienes venden los alimentos a granel y al por menor, los organismos gubernamentales y los consumidores).
Este trabajo pretende  proporcionar algunos principios básicos y prácticas recomendadas a los operadores para reducir al mínimo el riesgo microbiológico en la producción, empaque y transporte de frutas y hortalizas. Aunque se siguen realizando estudios, y se continuará obteniendo mayor información y utilizando mejores tecnologías, se solicita a la industria a que adopte un papel vigilante para reducir al mínimo los riesgos sobre los que se tiene control.
El análisis del riesgo de la contaminación microbiológica incluye una revisión de las  principales áreas de preocupación, que son: 1) la calidad del agua, 2) el estiércol y los desechos biológicos municipales sólidos, 3) la higiene de los trabajadores, 4) las condiciones de sanidad en el campo, 5) las instalaciones y el transporte.



Referencias Bibliográficas:

Bello Gutiérrez, J. (2000). La conservación por métodos químicos. Ciencia Bromatológica: Principios Generales de los Alimentos. Madrid: Ediciones Díaz de Santos, S.A.
 Cid Canda Ma de la Concepción. (2003). Hortalizas y Verduras.   Alimentos. Composición y Propiedades. McGraw-Hil-Interamericana, S.A.U., Madrid.
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